Un paseo que culmina con el acceso a la imponente iglesia de Santa María de Gerri (s. XII) permite conocer quiénes fueron los benedictinos que estaban al cargo. Gracias al control de la sal tuvieron en sus manos uno de los monasterios más ricos de todo el Pirineo.
Del antiguo monasterio de Gerri de la Sal queda sólo visible la imponente iglesia de Santa María (s.XII). Para entender qué hace aquí este singular edificio, las visitas guiadas cuentan la historia de los monjes benedictinos que ocupaban el Monasterio que la rodea.
Fundado en 807 para cristianizar el territorio, será el monasterio más importante del s. XIII y se vinculará con las otras casas religiosas que se esparcían por toda estos valles, ofreciendo un paisaje humano muy diferente a lo que vemos. Y, evidentemente si el monasterio fue pieza clave en la historia del territorio fue gracias al control de la sal, el producto estrella de este lugar que marcó la vida de la comunidad y de todo su entorno. Cuando cerró la puerta en 1835, acabaron más de 1.000 años de vida monacal en este lugar y nos dejaron una impresionante iglesia románica y el recuerdo de un tiempo pasado.